Mirando a las estrellas he recordado tu mirada, he sonreído tu nombre y sin que pudieras decir nada he vuelto a llorar tu ausencia.
Han pasado 65 días, pero mi corazón sigue roto como el primero y dudo sobre el hecho de su reconstrucción.
Añoro tus palabras, la forma como me reconfortabas y tus achuchones de aliento que se tornaron débiles al fin de tus días.
Tu presencia jamás se desvanecerá en este jardín marchito que hoy es mi alma y hasta el fin de mis días te recordaré como el hombre más sabio que me rompió el corazón sin darme antes el secreto para su restauración.
Han pasado 65 días, pero mi corazón sigue roto como el primero y dudo sobre el hecho de su reconstrucción.
Añoro tus palabras, la forma como me reconfortabas y tus achuchones de aliento que se tornaron débiles al fin de tus días.
Tu presencia jamás se desvanecerá en este jardín marchito que hoy es mi alma y hasta el fin de mis días te recordaré como el hombre más sabio que me rompió el corazón sin darme antes el secreto para su restauración.
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